sábado, 26 de junio de 2010

Mi nombre es Wally

Hola. Me llamo Wally. El tipo que tiene el mismo número de dedos que un Simpson. Pero yo no soy amarillo.

Utilizo un pijama rojiblanco a rayas horizontales (nunca verticales, no se confundan) y un gorro estilo Santa Claus. Nunca me separo de mis gafas, con el tiempo ha aumentado mi astigmatismo, que por cierto, no tiene nada que ver con eso de no creer en Dios.

Viajo por muchos lugares y me mezclo en lugares donde hay mucha gente: un estadio de fútbol, el metro, un concierto...
¿La razón? No me gusta estar en casa. Hace tiempo que no me ven por allí. Llaman al teléfono preguntando si estoy, pero mi familia les contesta que en éstas semanas no paro por allí. Me he mudado.

La última de mis aventuras se llama "Wally en el País del Libro", un lugar habitado por seres variopintos y fauna y flora muy diversa. Se trata de un continente que los del lugar prefieren llamarlo Biblioteca. Algó así como Donostia o San Sebastián. Diferente nombre para designar un mismo lugar.

Me he venido porque la región se encuentra actualmente en fiestas.

La festividad comienza temprano, a eso de las 9, donde los paisanos juegan a "la silla". Se trata de un juego muy similar al que practicabamos cuando éramos niños, que dábamos vueltas alrededor de un círculo de sillas mientras sonaba la música, y al detenerse, corriamos a sentarnos, perdiendo aquel que se quedara de pie. Este juego es muy parecido, pero ellos lo llaman "La Caza del Sitio". Consiste en que al abrirse las puertas, todos corren en busca de un lugar donde poder dejar sus pertenencias. Hay que adevertir que sólo se permiten libros (para eso es el País del Libro) o cuadernos. Aunque últimamente ha florecido la moda de permitir también periódicos. Gana aquel que sea capaz de dejar mayor número de libros en mayor número de sitios diferentes.

A continuación se sirve un desayuno a base de café y napolitana. Hay un detalle que me sorprendió mucho. Se supone que las fiestas se celebran en su mayoría en la Plaza Mayor del País del Libro. Sin embargo la gente no suele estar allí. Es algo así como cuando estuve en las Fiestas de San Patricio. La gente, en vez de estar en la Iglesia venerando al Santo, se iban a los bares irlandeses a homenajearle a base de cerveza. Pues en el País del Libro es muy similar. La gente no está en su sitio (aquellos que obtuvieron mediante la caza del sitio) sino en los municipios colindantes, especialmente aquellos que permiten fumar, conectarse a internet o tomar el sol en el verde.

He decidido que voy a pasar una temporadita en este país. Si se preguntan ¿Dónde está Wally? no tienen más que buscarme por aquí.

miércoles, 2 de junio de 2010

RELATOS DESDE SATURNO


Capítulo 1.

La gente no comprende cómo puedo vivir aquí. Piensan que la atmósfera y el ambiente excesivamente frío impiden cualquier tipo de vida. Pero ya veis. Aquí me encuentro yo.

La historia de mi vida es curiosa, de por qué he llegado a dónde estoy.

Resulta que mis padres eran multimillonarios, así que decidieron contratar un viaje de turismo espacial. Un año antes de partir, mi madre tuvo una brillante idea:

-Tengamos un hijo en el espacio.

Fueron al médico para que le aconsejara sobre los plazos de gestación para que mi alumbramiento coincidiera con el paseo espacial de mis padres y el resto de tripulantes. Unos nueve meses antes del viaje, mi padre organizó la romántica velada de mi engendramiento con lo típico del romanticismo sexual: una botella de champán francés, unas fresas y pétalos de rosa sobre el nido conyugal. Iluminando la habitación, un foco dirigido hacia una de esas bolas típicas de discotecas de los años 70 llenas de cristalitos, lo que hacia que en la habitación hubiese un efecto de diminutas luces que simulaban un cielo de noche estrellado.

-Una velada de estrellas para nuestro hijo estelar.

Que ingenio tenia el hombre.

De tal manera que se cumplieron los plazos, y tras el periodo de gestación, mis padres se subieron a bordo del “Challenger VII” (quizás por eso decidieron llamarme Charles) rumbo al espacio.
Si señores, sí. Nací en el espacio. Lo cual me convierte en el primer ser vivo humano-extraterrestre al mismo tiempo. Y no crean que eso se lleva fácilmente. En el colegio, de pequeño, las bromas de mis compañeros se sucedían a diario. A veces los niños pueden ser muy crueles. Me llamaban cosas como “marcianito”, “ovni” o “E.T.”. Otras veces me decían eso de:

-¿Me enseñas tus antenitas?

Joder, me lo dice un niño con gafas de culo de vaso, con aparato dental y que encima tiene que ir con muletas por que nació con el pie torcido y durante la fase de crecimiento debe ir andando como un cojo. ¿Pero tú te has visto, chaval? ¿Y dices que yo soy rarito y tengo antenitas?

La verdad es que nunca me molestó que me llamaran esas cosas. De hecho, me habría gustado que mi mote fuera “Cósmico”, incluso intenté colársela a mis compañeros poniendo un anónimo en un papel que decía “llamemos cósmico a Charles”. Pero no funcionó, les gustó más lo de E.T. Cabrones…

Así que ese es mi origen. Nací en el espacio y soy un humano-extraterrestre. Oficialmente tengo nacionalidad norteamericana, ya que según las leyes del Derecho internacional, como la Challenger VII tenía bandera estadounidense, eso me convierte en uno de ellos. Pero yo siempre me consideré universal, galáctico, cósmico!!