
Utilizo un pijama rojiblanco a rayas horizontales (nunca verticales, no se confundan) y un gorro estilo Santa Claus. Nunca me separo de mis gafas, con el tiempo ha aumentado mi astigmatismo, que por cierto, no tiene nada que ver con eso de no creer en Dios.
Viajo por muchos lugares y me mezclo en lugares donde hay mucha gente: un estadio de fútbol, el metro, un concierto...
¿La razón? No me gusta estar en casa. Hace tiempo que no me ven por allí. Llaman al teléfono preguntando si estoy, pero mi familia les contesta que en éstas semanas no paro por allí. Me he mudado.
La última de mis aventuras se llama "Wally en el País del Libro", un lugar habitado por seres variopintos y fauna y flora muy diversa. Se trata de un continente que los del lugar prefieren llamarlo Biblioteca. Algó así como Donostia o San Sebastián. Diferente nombre para designar un mismo lugar.
Me he venido porque la región se encuentra actualmente en fiestas.
La festividad comienza temprano, a eso de las 9, donde los paisanos juegan a "la silla". Se trata de un juego muy similar al que practicabamos cuando éramos niños, que dábamos vueltas alrededor de un círculo de sillas mientras sonaba la música, y al detenerse, corriamos a sentarnos, perdiendo aquel que se quedara de pie. Este juego es muy parecido, pero ellos lo llaman "La Caza del Sitio". Consiste en que al abrirse las puertas, todos corren en busca de un lugar donde poder dejar sus pertenencias. Hay que adevertir que sólo se permiten libros (para eso es el País del Libro) o cuadernos. Aunque últimamente ha florecido la moda de permitir también periódicos. Gana aquel que sea capaz de dejar mayor número de libros en mayor número de sitios diferentes.

A continuación se sirve un desayuno a base de café y napolitana. Hay un detalle que me sorprendió mucho. Se supone que las fiestas se celebran en su mayoría en la Plaza Mayor del País del Libro. Sin embargo la gente no suele estar allí. Es algo así como cuando estuve en las Fiestas de San Patricio. La gente, en vez de estar en la Iglesia venerando al Santo, se iban a los bares irlandeses a homenajearle a base de cerveza. Pues en el País del Libro es muy similar. La gente no está en su sitio (aquellos que obtuvieron mediante la caza del sitio) sino en los municipios colindantes, especialmente aquellos que permiten fumar, conectarse a internet o tomar el sol en el verde.
He decidido que voy a pasar una temporadita en este país. Si se preguntan ¿Dónde está Wally? no tienen más que buscarme por aquí.